miércoles, 21 de mayo de 2014

عزلة

Otro miércoles más a luz de un flexo, café en mano y folios esparcidos sobre la mesa.
Otro día más con la soledad de compañera, mi fiel e inigualable amiga, o enemiga, no lo sé.
Se alimenta de mi falta de fuerza, de mi escasa voluntad, de mis ganas de llorar. No me deja mirar atrás, pero yo sigo haciéndolo, y eso me incita ¿a qué? ¿al suicidio quizás?
A escribir tu nombre con una cuchilla como pincel y mi sangre como tinta sobre mi pálida piel.
La soledad es una hija de puta, ¿sabes? Agarra con fuerza y no suelta.
Freno en seco, respiro, espiro, suelto la mano de mi amienemiga, me giro y corro rauda. Ahora ya no miro hacia atrás. Me sumerjo en una oscura espiral, parece un pozo en el cual no ceso de caer y no vislumbro el fondo.
Oh, querida amiga soledad, hoy te toca continuar errante, pues voy en busca de la sonrisa que un día me arrebataste.

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