domingo, 9 de febrero de 2014

Y rodar, y rodar.

Las pulsaciones se me aceleran por minutos. La palidez que adorna mi rostro deja paso a un rojo que me tiñe las mejillas. Los puños apretados, haciendo que los nudillos se me queden blancos, haciendo saltar las costras que los adornaban a causa de tanta impotencia, tanto estrés, y tanto gilipollas suelto. Las ganas de gritar aumentan por cada segundo que pasa. El viento acompaña a mis pasos, es tan fuerte que me impulsa hacia adelante, por un momento parece que vuelo, pero sigo teniendo los pies pegados al suelo. El cigarro a medio encender que se consume lentamente entre mis labios. Las ganas de que me empotres contra la pared, para “liberar tensiones". La impotencia que crece. Las ansias de salir corriendo y no parar. Todo junto me hace seguir girando, en esta noria que no hace más que rodar y rodar.

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